De un cerebro llamado Zamenhof, hace
125 más seis años nació un pueblo que también era un idioma. En él cohabitan
ciudadanos del mundo, aventureros de identidad forjada con tierra que absorbió
la sangre vertida al ser paridos, fuego que incendia corazón y pensamiento, agua
que alivia la resequedad de sus voces, aire que oxigena creatividad a la
belleza. Esperanto le llamaron, y fue ahí donde Daniel Medina soñó, 125 más cinco
años después, con Una extraña música
que ahora nos convoca a descifrar.
Pero ¿acaso es posible comprender un
lenguaje extraño en el primer contacto, identificar voces después de mucho
tiempo, interpretar el canto de un cardenal que vuela por los puntos cardinales
de Yucatán y América del Norte? (Escucha su canto en https://www.youtube.com/watch?v=84ARxFe7u3I&app=desktop).
Daniel cree que sí y le apuesta a la utopía en complicidad con el poema. Y en
eso estamos de acuerdo, pues desde esa perspectiva cualquier hijo de vecino,
con un toque de sensibilidad, es capaz de descifrar los más diversos códigos.
Él cuenta que este libro trata
fundamentalmente del lenguaje a partir de la posibilidad de habitarlo y del
hecho de que somos lo que hablamos. Para abordar el tema empleó el concepto del
Esperanto (idioma formulado por L.L. Zamenhof a finales del siglo XIX) como un
lenguaje más cercano a la utopía que a la comunicación, planteando un viaje en
el que la voz poética recorre espacios y reflexiones. Su recorrido inicia en la
realidad (un sitio llamado Zamenhof, como el creador del idioma) y concluye en
la no-aparición de la utopía, un lugar llamado Esperanto. Ello a partir de la
premisa de que la poesía y el Esperanto son en síntesis lo mismo: “querer
decirlo todo y siempre concluir en el fracaso”.
No obstante, en el epígrafe global
del libro, Daniel retoma las palabras de Umberto Eco para revertir el
sentimiento de decepción: La historia de
las lenguas perfectas es la historia de una utopía y de una serie de fracasos.
Pero nadie ha dicho que la historia de una serie de fracasos resulte fracasada.
Esto es tan cierto como el disfrute de cada poema de Una extraña música, donde cohabitan de manera anónima voces de
poetas como Paul Verlaine, Octavio Paz,
Efraín Huerta, Ramón López Velarde, María Baranda, Pablo Neruda y Jeremías
Marquines, versos camuflados e incluso mimetizados con el encantador ritmo y la
agradable estética del autor que los reúne. Aquí la finalidad de los
intertextos es nutrir el concepto del Esperanto como un lenguaje universal. Parte
de este experimento camaleónico fue la reescritura de un fragmento de Piedra de sol, enorme texto del Nobel
mexicano.
Son 12 los poemas que integran este
breve y mágico libro: breve por extensión, aunque infinito por conexión, y mágico
por el poder de transportarnos a nuestras ciudades más íntimas y universales, aquellas
donde convergen las pasiones con los cuatro elementos de la naturaleza y una enervante
oferta paisajística de árboles, desierto, mar, nieve, guerra y paz. Esperanto,
como hemos dicho, es lengua y pueblo, pero en un momento inesperado puede
apersonarse, tal como sugieren los versos siguientes:
Voy por tu cuerpo como por el mundo, Esperanto
y tengo la certeza del camino ante la falta de que existes
vestida del color de mis deseos
cubierta de los pies hasta la boca de la noche.
Por otro lado, los juegos de palabras
e imágenes son vertidos en cada página con luminosa musicalidad, reforzando la
idea de que uno es lo que transmite a través de su lenguaje, y a la par queda
claro que no es necesario ser un erudito de la literatura para poder vivir la
poesía…
Es cierto:
cuando uno viaja tan lejos y tan solo
va siempre a la deriva.
Porque los puntos cardinales de la brújula son dos.
Puntos cardenales.
Cardenal la piedra con su materia intacta
y cardinal el pájaro terrestre.
A partir del premio obtenido en 2017,
Una extraña música ha recorrido un
periplo fragmentario y en conjunto por diversos portales y suplementos
literarios de alcance nacional e internacional, como es el caso de The Ofi Press, de Jack Little, edición
bilingüe con la traducción de Don Cellini. Es en 2018 cuando este poemario se
publica en su versión física y final −o casi final, como aclara Daniel− bajo el sello de Sombrario
Ediciones, editorial jalisciense dirigida por Enrique Carlos. El tiraje es de
200 ejemplares que forman parte de la bella colección Cuadernos de humo.
Daniel Medina es también autor de los
poemarios Mímesis para gusanos y Casa de las flores. Obtuvo el Premio
INBA-CEDART de Poesía 100 Años de Letras Mexicanas 2014, el Premio Nacional de
Poesía Joven Jorge Lara 2014, Mención Honorífica en el Premio Internacional
Caribe-Isla Mujeres de Poesía 2015 y el Premio Peninsular de Poesía José Díaz
Bolio 2017 por Una extraña música. Poemas
suyos han sido traducidos al inglés, albanés e italiano.
Estamos frente a un poeta que ha
iniciado el camino con fuerza sorprendente. Apuesto que su vicio por la lectura
y notable capacidad de asimilarla y reinterpretarla lo posicionarán en un lugar
tan alto como el de los escritores que admira.
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