Will Rodríguez: El maravilloso ingrediente de la literatura

martes, octubre 20, 2020

El maravilloso ingrediente de la literatura

 

Cuando hablo de cocina, al hablar de cultura, no cometo un disparate. La cocina no sólo es una manera de nutrirse, de alimentarse, sino que es una ciencia y sobre todo es un arte. Además, la cocina acompaña a los hombres en una de las formas más altas de la civilización: el convivio. (Octavio Paz).

Al regresar a Yucatán después de casi 15 años, los mejores hasta entonces de mi vida literaria y profesional, creí que las puertas del éxito laboral se abrirían de par, con todo y alfombra roja de bienvenida, pero no fue así. Enfrenté inútiles antesalas, personas atrincheradas en cargos indeseables, los pies de amigos que no lo eran, funcionarios sin ética y visión… Tuve, por otro lado, una que otra propuesta de muchas horas y poco sueldo. Algunas de ellas acepté. “Aquí se trabaja por proyecto”, me dijeron, y comprobar que eso era cierto fue decepcionante para alguien acostumbrado a un sueldo fijo y muchas prestaciones. Cierto es que no todo fue gris en esa etapa, pues se me presentaron buenas oportunidades que supe aprovechar y de las que me siento realmente orgulloso. Pero todo era efímero, temporal.

Necesitaba realizar alguna actividad que disfrutara y me permitiera salir adelante. Fue entonces que, bajo la consigna de que “la necesidad es la madre de la creatividad”, comencé a inventar trabajos donde no los encontraba, y recurrí a una de las mayores pasiones de mi vida: la cocina. Lo que durante varios años estudié y desarrollé en Ciudad de México a manera de hobby, ahora sería aprovechado como un medio de subsistencia, recurriendo a la literatura otro de mis grandes quereres como un maravilloso ingrediente. De ninguna manera pretendía inventar el hilo negro, sino inyectar fuerza y pasión a una de las actividades más elementales del ser humano.

Cocinar es transportarse del fuego primigenio de la leña al calor magnetrónico del microondas, y viceversa; es preservar la sazón de las abuelas y proponer al paladar nuevas alquimias. Cocinar es ciencia, es arte y es amor al gusto propio y al ajeno. Y lo mejor de todo es descubrirte sonreír mientras cocinas.

Entre los proyectos que he desarrollado con el maridaje de literatura y gastronomía se encuentran cursos, clases-muestra y conferencias para diversas instituciones, así como cenas temáticas, ofrecidas en mi terraza, con base en los libros El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra; Como agua para chocolate, de Laura Esquivel; Harry Potter, de J.K. Rowling; y Las mil y una noches, recopilación atribuida a  Abu Abd-Allah Muhammad el-Gahshigar. También he recurrido a la cinematografía y la historia para ofrecer menús basados en películas y la tradición culinaria de algunos países.

En tiempos de pandemia, además de la labor que realizo desde 2014 como docente de literatura, desarrollo el proyecto Las cocinas de México y el mundo en tu mesa, en el que ofrezco comida para llevar: un fin de semana con algún platillo representativo de un estado de nuestro país, y el siguiente fin con algún guiso emblemático de otra nación. En los anuncios que promuevo a través de redes sociales siempre incluyo el enlace a algún video o documental relacionado con el platillo de la semana.

En el futuro inmediato, por invitación del Centro Cultural Regional del ISSSTE, impartiré un curso en línea de cocina y literatura, en el que leeremos fragmentos de algunas de las obras mencionadas, haremos ejercicios de escritura con base en ingredientes y elaboraremos platillos en tiempo real.

Si bien todavía estoy muy lejos de lo que considero que es el éxito, trabajar con ambas especialidades me da la tranquilidad y la alegría que nunca encontré en un puesto de escritorio. Mi lugar está en la cocina y en la incierta perspectiva de una hoja en blanco.

Colaboración para Lectámbulos