Narrador, editor, promotor cultural, comunicólogo, investigador y cocinero. Ha publicado Catarsis de mar, Sueños de agua, Supervivencia del insecto, La línea perfecta del horizonte, Pulpo en su tinta y otras formas de morir y Felis Bernandesii, Panthera Onca; en coautoría, Litoral del relámpago, Acequias de cuentos, Nuevas voces de la narrativa mexicana, Novísimos cuentos de la República mexicana, La otredad, Itinerario nómada, Sureste, Mérida. Palabras y miradas y Amapolas. Ha realizado adaptaciones literarias para niños, así como el Gran libro de la cocina yucateca, Premio al mejor libro de cocina regional mexicana (Gourmand World Cookbook Awards, España). Diplomado en Cocina Internacional por el Instituto Broyé. Cuenta con estudios de cocinas del mundo, realizados en la Escuela de Gastronomía Mexicana; curso de elgourmet.com con los Chefs Unplugged; y de comida árabe en el Instituto Gastronómico Corbusé. Autor del ensayo “Pasado y presente de la cocina yucateca”, incluido en la Enciclopedia Yucatanense. Organiza cenas temáticas e imparte talleres de literatura y cocina en varias ciudades del país.
Memorias en Rosa y Violeta. Cuando la memoria falla, el amor sobrevive
Árbol genealógico, diario personal, bitácora de vida, álbum familiar, baúl de recuerdos, historia y evolución de una familia, una ciudad, una colonia… Eso y más representa Memorias en Rosa y Violeta, primera novela de Miguel Gallareta Negrón en la que el autor revela grandes secretos y convierte a los lectores en cómplices de un pasado tormentoso y un presente de resignación.
Resignación ante la triste enfermedad de Rosa, la madre que también fue hija, hermana y nieta de una numerosa familia integrada por personas tan diferentes entre sí como entrañables e inolvidables. El Alzheimer, que en el más leve de los casos altera y sacude la estabilidad emocional y económica de los familiares más cercanos, es el hilo conductor de esta historia que se desarrolla en la ciudad de Mérida y la costa de Yucatán, pero con nítidos paisajes de la ciudad de México, Guadalajara y el puerto de Veracruz.
Con sobria y elegante narrativa, Miguel Gallareta Negrón descubre las heridas provocadas por una casta divina de rancias costumbres que, por fortuna, ahora están en extinción. La historia de Rosa no inicia con su nacimiento, sino con sus antecedentes del siglo XIX en una elegante hacienda yucateca. Ahí es donde surge una estirpe de mujeres valientes, algunas muy apegadas a los convencionalismos de la época que les tocó vivir, pero otras que, como Rosa y Violeta, rompieron el molde de hijas obedientes y esposas sometidas para alzar la voz y rebelarse ante las injusticias sociales e intrafamiliares.
El siglo XX en Yucatán comienza con grandes acontecimientos sociales que el autor no pasa por alto, como es el caso de la lucha emprendida por el político Felipe Carrillo Puerto, la actividad artística e intelectual de los años 20, las logias masónicas y el movimiento socialista que, entre otros sucesos de gran trascendencia sociocultural, implementó el derecho al voto de las mujeres. Rosa proviene de una familia en la que todo ello fue motivo de análisis, crítica y reflexión. Huérfana de madre desde muy pequeña y heredera de una gran fortuna, siendo muy joven decide casarse y formar su propia familia, a pesar de que el hombre que ha elegido no es del total agrado de sus abuelos, su padre lejano y demás parentela.
La vida de Rosa es por demás interesante. Las páginas del libro pasan ligeras ante la destreza narrativa del autor. Capítulos breves, con flashbacks de sus recuerdos y los pensamientos del narrador ante la enfermedad de su adorada madre, otorgan a esta lectura un sabor reconfortante y adictivo. Rosa nos cuenta su vida antes de que la memoria le falte. Sospecha, aunque su esposo e hijos traten de ocultárselo, que la demencia que ha atormentado a sus antepasados desde hace varias generaciones, ahora conocida como Alzheimer, comienza a apoderarse de ella y no habrá poder divino −ni científico− que logre exorcizarle semejante mal.
La fiesta de sus 15 años, su primera ilusión amorosa en un barco, su relación con Mamá Grande, su sencilla pero hermosa boda, las primeras calles y familias de la colonia Alemán de la ciudad de Mérida, las altas y bajas de su matrimonio, su accidentada luna de miel, los nacimientos, problemas y satisfacciones de sus nueve hijos, su ayuda a los matrimonios en crisis, sus viajes y anécdotas con los vecinos, son relatos presentados con lujo de detalles y que provocan, en ocasiones, alguna lágrima o una carcajada. Lo cierto es que Rosa tuvo y tiene una personalidad arrolladora, actuó siempre con firmeza y puso en su lugar a quien lo merecía.
Por ello, gracias a estas Memorias en Rosa y Violeta, aprendemos a quererla, a comprenderla, a valorar su valentía y admirar su labor de esposa, guía espiritual y madre de hombres y mujeres de bien. La desaparición gradual de sus recuerdos y el deterioro de su capacidad de valerse por sí misma en las cuestiones más elementales constituye, además de un motivo para la reflexión, un espejo en el que podemos ver la posibilidad de enfrentar una desconcertante enfermedad que sólo puede ser tratada con amor.
Felicito al autor por este enorme y sensible trabajo de investigación, y a la editorial Desde La Periferia por apostarle a un proyecto literario de gran interés para cualquier tipo de persona, pero sobre todo para quienes tienen algún amigo o ser querido con Alzheimer. Agradezco la oportunidad de disfrutar de este libro y aprender más sobre este padecimiento humano.
Son varias las ventajas —y también las desventajas— que tiene un escritor al integrarse a un grupo literario. Entre las primeras destaca la posibilidad de unir esfuerzos para la realización de proyectos individuales y colectivos, como el que este día nos convoca, y entre las segundas está, por lo general, el tener que desarrollarse en un nido de víboras. Sin embargo, este grupo literario ha superado diversos obstáculos y conseguido la estabilidad y la armonía necesarias para consolidarse como un referente literario en la región.
La Asociación Literaria y Cultural de Yucatán (ALICY) tuvo la acertada iniciativa de publicar un libro con textos de sus miembros, lo cual dio como resultado a la antología de cuentos, ensayos y poemas Encrucijada. Sincronía de letras, dedicada a la memoria del escritor Gerardo Iván Zetina Sosa, miembro de la agrupación, fallecido por Covid en 2020, quien compartió en vida con sus compañeros los dos cuentos con los que inicia este gran libro: ¿Cómo se le dice a la señora de las tortillas? y Vanishing o el extraño caso de las desaparecidas de Gilberto, dos cautivantes maneras de inmiscuirnos en la mentalidad del macho mexicano.
En el prólogo de don Roldán Peniche Barrera, gran polígrafo yucateco, se advierte al lector que “la selección aquí presente es rica en contenido y en ideas que nos hacen meditar sobre el curso que ha tomado nuestra literatura en los últimos años. Lo que mayormente abunda es la narrativa, cosa que no nos sorprende, recordando que los yucatecos siempre han gustado de narrar desde los tiempos románticos de don Justo Sierra O’Reilly, padre de la novela yucateca, y don Eligio Ancona, notables literatos correspondientes al siglo XIX”. Y es que en esta Encrucijada confluyen 12 narradores, cinco ensayistas y siete poetas, lo que da cuenta de la preferencia por el cuento entre los miembros de este grupo literario.
Los demás narradores de la antología son Riggo Bega, con el cuento Aurelia por ninguna parte o el beso de la peregrina Esmeralda, fantástica e inolvidable historia sobre el amor de una madre indígena hacia su hijo transgénero; Jorge Luis Canché Escamilla, presidente de la ALICY, con El alux del compadre Pancho, relato que nos ayuda a comprender la mitología ancestral y vigente del mundo maya; Cristian Emmanuel Cardeña Benítez, con Gulier, el interesante caso de un joven alterado psicológicamente que toma una fatal decisión posterior a su despido laboral; Suharini Carrillo Farfán, con el Canto XXIII que sugiere un reencarnado amor entre Alejandro Magno y Hefestión; Patricia Carrillo Padilla con los cuentos Cielo, Deber de soldado y Y su nombre era Azar, tres historias impactantes y vertiginosas que dan ejemplo del oficio narrativo; Lizeth Ek Guillermo, con Orfandad materna y Días de gloria, dos breves apuestas en torno al sufrimiento de los deudos; Carmen Espinosa Alvarado, con Hasta los huesos, Dejavu, Solovino y Feliz cumpleaños, interesantes relatos que nos hacen reflexionar sobre los misteriosos y casi imperceptibles actos cotidianos; Juan Manuel de Atocha Medina López, con Soy Mérida, una estampa literaria sobre la dicha de vivir en la Ciudad Blanca; Miguel Ángel Núñez May, con Disyuntivas y Milo, cuentos redondos cuyos personajes permanecen en la mente para siempre; Guillermo Ricalde Pérez, con De notas rojas y otros quehaceres del hogar, bitácora de la violencia urbana normalizada; y Diamantina Ovárica (Gabriel Briceño), con Manual ilustrado de bolsillo para esconder cicatrices, una mirada íntima a los juegos sexuales entre un sacerdote y un feligrés travesti.
Los ensayistas se abren paso en esta Encrucijada con los interesantes textos de José Juan Cervera Fernández (La invicta majestad de la belleza, Pétalos de alcoba, Comunión carnal y Musa de melancolía), en los cuales rescata a talentosos literatos yucatecos de los fríos archivos del olvido; Lizeth Ek Guillermo (La tierra de los nadie), quien analiza la esencia del ser latinoamericano a través de las obras de Eduardo Galeano y Octavio Paz; Cristóbal León Campos (Humanidad y crisis en la contemporaneidad y La raíz será nuestra), quien alza la voz con filosofía y erudición a favor de la libertad ideológica y la paz social; Soraya Mejía Castillo (De la imposibilidad de leer o los trastornos de una madre lectora), quien describe los avatares del hábito de la lectura en el mundo contemporáneo; e Ilsee Morfín Alemán (La importancia de las experiencias artísticas), quien presenta un panorama sobre la educación artística y sus beneficios en la formación del ser humano. Todos estos ensayos constituyen una digna invitación a convertirnos en asiduos consumidores de este género literario.
Finalmente los poetas alzan la voz en este libro: Elvia del Pilar Benítez Guerrero, con los poemas Interrogatorio y Tinta roja; Lourdes Cabrera Ruiz, con Gravitálamo; Isabel Cristina Cetina Castillo (Iss Crisxa), con 50 hebras y la redondez y La pulpa; Manuel Iris, con Arte poética, Soy de aquí, Ecos y Testigo; Cristóbal León Campos, con Aullido de los huesos, Cadena de halagos, Sombra y alma y Escombros de la risa; Guillermo Ricalde Pérez, con Jaula de fuego; y José Miguel Rosado Pat, con Eresia, A mis amigos, Caminar descalzos, Los que pecan-los que aman, Somos, Y te dije adiós y Al poeta. Con estos poemas nos transportamos a mundos y acontecimientos fascinantes, referidos con astucia, elegancia y sencillez. Las voces poéticas aquí reunidas son un destello de la pluralidad lírica en la Península de Yucatán.
Encrucijada. Sincronía de letras es un libro que cautiva de principio a fin por la calidad, frescura y diversidad de sus colaboraciones. Cumple el objetivo de edición antológica, precisamente porque da cabida a una variedad de estilos, temas y géneros que no permiten el aburrimiento e incitan a continuar con la lectura. Los textos seleccionados son una muestra representativa de la creatividad y el talento de cada autor(a). Gracias a estos cuentos, ensayos y poemas podemos intuir la sensibilidad y la forma de ser de cada uno(a), ya sea por su atrevimiento, audacia, moderación o recato entre líneas.
Muchas felicidades a la Asociación Literaria y Cultural de Yucatán (ALICY) por esta espléndida carta de presentación.
Escribir
y publicar un libro es siempre una odisea. Quizás para algunos escritores se
trate de un viaje placentero y sin escalas, pero es un hecho que para muchos
otros significa una travesía plagada de dudas, nervios, insomnios, lágrimas y
risas. Tal es el caso del libro que esta noche nos convoca. Tribulaciones de un fariseo, de Álvaro
Baltazar Chanona Yza, es un poemario que desde su origen enfrentó serios
problemas, al grado de que el autor llegó a considerarlo un libro maldito.
Y
cómo no habría de pensarlo de esa manera, si independientemente de que la
guerra, la religión y la enfermedad eran sus temas principales, el mundo estaba
en contra de su nacimiento. Afortunadamente, poco a poco los nudos fueron desenredándose
y permitieron al barco zarpar. El libro está formado por cuatro poemas capitulares:
Los muros cansados de Alepo, Shoah, Tribulaciones de un fariseo y Singladura.
Los muros cansados de Alepo
alude a la guerra de Siria, al sufrimiento bestial que vivió la infancia de ese
país con la guerra que inició en 2011, pero que forma parte de un conflicto de
origen milenario en Medio Oriente. El autor presta su voz a los niños de la
guerra y sus familias, colocando al lector en la zona de bombardeos que atentan
contra el derecho básico a la vida y los pilares del Islam. La orfandad es la
recompensa del verdugo y el dolor de muchos hombres como Humaid, quien sin
haber tomado nunca partido en el conflicto carga con el peso de unas hijas
inválidas.
Recordamos
el caso de Aylan Kurdi, el niño de tres años de edad que en 2015 apareció
muerto en una playa de Turquía, al igual que su madre Rehan y su hermano Galip,
de cinco años, con quienes escapaba rumbo a Grecia:
[…] Sus pulmones se han inundado de algas
de pequeños peces que nadaban felices
lejos de la guerra
en este cementerio de balsas
inflables
en que se ha convertido el
mediterráneo [...]
Shoah, el segundo
capítulo, está dedicado a las víctimas del Holocausto. Aborda los crímenes de
lesa humanidad que cometieron los nazis contra los judíos durante la Segunda
Guerra Mundial. Hombres, mujeres, niños y niñas avanzan hacia el crematorio y
sus almas se funden con los espíritus de judíos bíblicos como Caín, Elías,
Isaac ─hijo
único de Abraham─, Moisés
y Jesucristo.
Poemas
que son la ventana a un pasado que nunca debió existir. Atestiguamos la
maternidad en los campos de exterminio y los tesoros de Auschwitz Birkenau:
siete toneladas de cabello, cuarenta mil pares de zapatos, espejuelos de
platino, dientes de oro, aretes de perlas y diamantes… La hija de Jefté vomita
lo que no ha comido antes de subir al cielo convertida en humo. Vemos, también,
la morbosa ociosidad del doctor Mengele mientras escuchamos el llanto amargo de
Dios.
Me cubro con algunos
cadáveres que se parecen a mí
para no tener frío
para no tener miedo
de ser descubierto
por los binoculares
del último führer
por los guardias de Eichmann
y las ráfagas furiosas
de las ametralladoras
[…]
Tribulaciones de un fariseo,
el tercer capítulo, aborda la experiencia personal de Álvaro Chanona, notable
cirujano, quien tuvo que esperar 30 meses la oportunidad de ser operado de cáncer.
Él ha explicado que antes de escribir estos poemas se rebeló contra Dios al
cuestionarle “por qué yo, si soy tu compañero, tu aliado en el quirófano, y
hemos salvado juntos muchas vidas”. Entonces otra voz interna le contestó “por
qué no, si no vives en el Olimpo, no eres un dios, ni un hijo predilecto, sino
un ser humano común y corriente”.
De
aquel desesperante diálogo interno surgen los nueve poemas de este apartado. En
ellos interviene la duda sobre la eficacia de la confesión, pedir perdón, los
motivos de las promesas y los sacrificios que realizamos con tal de ser
aceptados por nuestra madre, nuestro Dios y nuestra gente. Los temores
relacionados con el futuro también se hacen presentes:
[…]
Tengo miedo
de no saber qué hacer
con lo que resta de mi vida
en posición fetal
espero caer sobre mí
el puño cerrado y furioso
del mundo […]
Singladura,
el cuarto y último capítulo, recrea el viaje de las ballenas desde el Mar de
Chukchi (Rusia y EUA) hasta la laguna Ojo de Liebre (BCS), a donde van a parir
a sus crías. El término se refiere a la distancia que recorre una embarcación
en un periodo de 24 horas. Aborda la experiencia que Álvaro vivió cuando
trabajó en un cañonero de la Marina Armada de México. Ahí vio lo que hacían las
ballenas y sus ballenatos durante su entrada a la Bahía de Sebastián Vizcaíno y
posterior trayecto hacia Guerrero Negro y otras costas de Baja California.
Pero
el poeta no sólo interpreta el movimiento de las ballenas, sino que éstas le otorgan
su mirada y le revelan los secretos de la costa y el océano. En las
reinterpretaciones poéticas de la naturaleza y la bestialidad humana, aparecen
con hermosa nitidez el tiburón, la orca asesina, la tortuga laúd, un cementerio
de focas y caribúes y la vía láctea expulsada en el calostro del mamífero
marino.
[…]
los cetáceos van a hacer el amor
van a reírse a carcajadas después de
la cópula
sin ningún equipaje
van a alumbrar
sin saberlo
van a burlarse de la vida
y de sus asesinos…
Después
de haber sido testigo de la creación y evolución de estos poemas y su travesía
hasta llegar a ser publicados en esta bella edición de Cisnegro Lectores de
alto riesgo (México, 2022), considero que Tribulaciones
de un fariseo es el mejor libro de Álvaro Chanona. Su poesía reflexiva,
melancólica y elegante nos motiva a la investigación y el conocimiento de la
espiritualidad y la crueldad humanas.
Felicito
al editor y poeta Andrés Cisneros por su hospitalidad literaria y buen gusto, y
agradezco infinitamente a mi gran amigo Álvaro el haberme dedicado este
maravilloso poemario.
Que toda la vida es sueño, y los
sueños, sueños son.
Calderón
de la Barca
Entre
las maravillas cotidianas del ser humano, quizá la más encantadora es el sueño.
En él descubrimos realidades posibles e imposibles que desafían a nuestra
capacidad de comprensión y a la memoria. Aromas, colores, sonidos, texturas y
sabores se tornan tangibles en la mente de un cuerpo dormido, un cuerpo con
alma hambrienta y sedienta de placer. ¿Será que el sueño actúa como un semáforo
que previene, autoriza y detiene la voluntad de nuestros deseos? Digo, porque
hay sueños sugerentes, castrantes o atrevidos, y los hay que nos transportan al
ayer, al futuro o al nunca jamás. Sea cual fuere su origen o razón de
existencia, son ellos la oportunidad más tangible que tenemos de habitar lo
inhabitable.
Bien
decía Calderón que la vida es sueño, y estoy seguro de que la autora de Esa otra piel está de acuerdo con él y
conmigo. Los poemas de este hermoso ebook
con el sello de Bitácora de Vuelos Ediciones nos despiertan las ganas de
enfrentarnos a una realidad impostergable, la de poner en orden los recuerdos y
salvarlos del olvido. Beatriz Saavedra Gastelum (1971), sinaloense del mundo, nos
regala una veintena de motivos para renovar, sin tapujos, el fuego de las
pasiones más ocultas.
Siento
Esa otra piel como un secreto
compartido (en silencio) con la persona que visita nuestra cama. No toda
comunicación en ella es de vocablos, no todo entendimiento es de miradas,
caricias o quejidos. Es el universo de los pensamientos, el universo de los
sueños que nos describen y delatan, el que consolida la posibilidad de una
próxima ocasión. Quizás aquel secreto no sea descifrado de idéntica manera en
ambos corazones, pero habrá sin duda una misma llama que los abrase en la
pequeña muerte.
Y
habrá también, sin remedio, noches de insomne soledad en las que asfixiará el
deseo por los otros que tienen el mismo
sueño dos veces / que se angustian de
despertar solos / hundidos en la
carne del otro por no ser uno mismo. En la arquitectura del cuerpo hay un
nicho que resguarda los secretos, al menos hasta que “ese alguien” lo descubra,
lo profane y lo incendie. Fondo y forma, entonces, quedarán para siempre al
descubierto y surgirá el oficio de penar por lo que no tiene nombre.
No
todo son sueños en la piel de Beatriz. Encontramos en la vigilia de sus pasos
varias situaciones que, si bien se antojan pesadillas, son reflejo de la vida
cotidiana, de la vida en pareja, pues todo lo descrito no necesariamente alude
al amor casual o prohibido.Surgen las
ausencias, los truenes, el dolor, la calumnia y la injusticia como frutos
nocturnos en el árbol del placer. La memoria entre luz y sombra nos revela los
múltiples tonos y contornos de la personalidad: pensamientos suicidas, embriaguez,
la atrevida voz de nuestra carne…
Invito
a la lectura de este intenso, luminoso y rítmico poemario, fruto de la
sensibilidad y la malicia de una escritora en plena madurez literaria. Seguramente
será muy bien valorado por quienes gustan de vivir y soñar dormidos y
despiertos.
De la tradición a la pantalla. El Día de Muertos mexicano en el cine*
Los días 1 y 2 de noviembre los mexicanos conmemoramos a los seres queridos que partieron al
más allá. Se trata de una celebración masiva y pluriétnica que sincretiza
creencias prehispánicas y católicas que nos unen y otorgan identidad. El primer
día, el de “Todos Santos”, está dedicado a los muertos niños, y el segundo día,
el de los “Fieles Difuntos”, a los muertos adultos. Antes de las etapas de
Conquista y Colonia esta celebración se realizaba durante el mes de agosto en
coincidencia con el final del ciclo agrícola del maíz, la calabaza y el frijol.
Posteriormente, los grupos étnicos la trasladaron al calendario cristiano,
fusionándola con los símbolos representativos de la religión católica.
Con el paso
del tiempo, el Día de Muertos evolucionó hasta convertirse en una fiesta de sonidos,
colores, aromas y sabores que en conjunto constituyen un emblema cultural, fuente
creativa para los artistas de todas las disciplinas. En esta ocasión haremos un
recorrido cronológico de la mano de las producciones cinematográficas que han
recurrido al Día de Muertos como ambientación o motivo.
Iniciamos el
recorrido con una propuesta inconclusa del director ruso Serguéi Eisenstein,
artífice de El acorazado Potemkin,
una de las joyas inaugurales de la cinematografía mundial. Su admiración por
México, motivada por la obra de pintores como Diego Rivera y José Guadalupe
Posada, le motivó a filmar en nuestro país una película que retratara lo más
profundo de nuestra identidad y tradiciones. Fue así que diseñó la producción
en cinco segmentos -Prólogo, Sandunga, Fiesta, Maguey y Epílogo-, pero el presupuesto se agotó y
la película quedó inconclusa hasta que en 1979 el director soviético Grigori
Aleksandrov recuperó el material para editarlo. Es en el Epílogo donde se ofrece una visión de lo que representa el Día de
Muertos para el mexicano. No se trata de un simple registro audiovisual de las
expresiones tradicionales, sino de una reinterpretación artística y documental.
(Ver min. 1:17:43).
●Macario,
largometraje de Roberto Gavaldón (México, 1960).
Sin duda una
de las películas más emblemáticas de la temporada de finados. Está basada en
una novela de B. Traven, quien a su vez se inspiró en un cuento de los Hermanos
Grimm. La adaptación del guion estuvo a cargo de Emilio Carballido. El papel
protagónico fue representado por Ignacio López Tarso, aunque es sabido que el
personaje fue creado para Pedro Armendáriz. Es la historia de un humilde
leñador que recibe, en vida, proposiciones de Dios, el Diablo y la Muerte; y al
decidir hacer un trato con ésta, obtiene un jarro de agua milagrosa que tiene
la capacidad de curar cualquier enfermedad. Se trata de la primera producción
mexicana nominada al Oscar. Entre los reconocimientos que obtuvo se encuentran:
Premio al mejor actor del Festival de San Francisco, Nominación a la Palma de
Oro en dirección y Premio a la mejor fotografía (Gabriel Figueroa) del Festival
de Cannes, Mejor película hispanoamericana del Círculo de Escritores
Cinematográficos de España y Diploma al mérito del Festival de Edimburgo. Este
2020, en pleno confinamiento por la pandemia de Coronavirus, el joven cineasta
chiapaneco Woldemberg Pérez Zúñiga colorizó este filme originalmente producido
en blanco y negro. Si bien toda la película representa una referencia constante
a la muerte, contiene varias escenas que hacen alusión precisa al Día de
Muertos. (Ver min. 5:10).
●Mictlán. La
casa de los que ya no son, largometraje de Raúl Kamffer
(México, 1969).
Este filme
participó en la Selección oficial de largometrajes fuera de concurso del
Festival de Cannes. De temática prehispánica, con tintes antropológicos y
alejada del folclorismo, la historia se ubica en la época del Porfiriato. Un
joven aristócrata, cuya familia menosprecia las tradiciones mexicanas como la
del Día de Muertos, se interesa por las costumbres precolombinas y consume
peyote en un intento por adentrarse en ellas, lo cual lo lleva a conocer el
Mictlán o inframundo mexica. No cuenta con videos o escenas de acceso libre en
internet.
●Bajo el
volcán, largometraje de John Huston (EUA, 1984).
Basada en la
novela homónima del escritor inglés Malcolm Lowry y protagonizada por Albert
Finney, Jacqueline Bisset, Anthony Andrews, Katy Jurado e Ignacio López Tarso, la
historia se desarrolla en los años 30 en la ciudad de Cuernavaca, Morelos,
durante las festividades del Día de Muertos. Finney interpreta a un ex cónsul
británico que sufre de comportamiento autodestructivo debido al alcoholismo. La
película fue nominada a dos premios Oscar: Mejor actor principal y Mejor música
(Alex North). (Ver tráiler).
●Día de
Difuntos. Los hijos de la guayaba,
largometraje de Luis Alcoriza (México, 1988).
Aborda la
tradicional costumbre de visitar el panteón durante el Día de Muertos. El único
churro de esta lista de interesantes producciones, nos muestra a personajes de
diversas edades y oficios que van a al cementerio para celebrar con comida y
alcohol a sus familiares difuntos. El elenco está integrado por Pedro Weber
“Chatanuga”, Manuel “Flaco” Ibáñez, Carmen Salinas, Adalberto Martínez
“Resortes”, Fernando Luján, María Rojo, Ernesto Gómez Cruz, Leticia Perdigón,
Edgardo Gazcón y Loló Navarro, entre otros. (Ver min. 31:10).
●El árbol de
Halloween, largometraje animado de Mario Piluso (EUA,
1993).
Basada en la
novela homónima de Ray Bradbury, esta película producida por Hanna-Barbera
suele transmitirse por Cartoon Networks durante la temporada de Halloween.
Presenta las aventuras de un grupo de niños disfrazados que salen a pedir
dulces durante la Noche de Brujas. Al llegar a una mansión misteriosa se ven en
la necesidad de conocer el significado y el origen de sus disfraces. Uno de
ellos es el “esqueleto mexicano”, por lo que la experiencia en este caso se
concentra en la celebración del Día de Muertos. (Ver tráiler).
●Hasta los
huesos, cortometraje animado de René Castillo (México,
2001).
Uno de los
cortometrajes con mayor presupuesto en la historia cinematográfica de México,
realizado con la técnica Stop Motion
que requirió más de 15 mil movimientos de los personajes de plastilina. Un
hombre muere e ingresa con pánico al inframundo, en este caso representado como
una taberna mexicana en la que canta una atractiva calavera Catrina. Con la
ayuda del mezcal, la música y el ambiente, el hombre se relaja y comprende que
estar muerto no es motivo de tristeza. El filme contó con la participación
musical de Café Tacuba y Eugenia León. Obtuvo el Premio Fipresci del Festival
de Annecy, el Premio del jurado del Festival de Cortometrajes de Palm Springs y
el Ariel al Mejor cortometraje de animación. (Ver min. 5:50).
●Frida.
Matices de una pasión, largometraje de Julie Taymor (EUA,
2002).
Largometraje
producido y protagonizado por Salma Hayek, quien por esta actuación obtuvo la
nominación al Oscar. La historia gira en torno a la vida pública y privada de
la pintora mexicana Frida Kahlo y sus relaciones con el pintor Diego Rivera, el
filósofo León Trotsky y la fotógrafa Tina Modotti. La película también obtuvo otras
cinco nominaciones: dirección artística, diseño de vestuario, canción, banda
sonora y maquillaje, quedándose con la estatuilla en estas dos últimas
categorías. De igual manera, ganó diversos e importantes reconocimientos en los
Globos de Oro, los Premios BAFTA y los Premios del Sindicato de Actores.
Saturada de elementos del colorido folclor mexicano, el filme incluye una
escena en el Panteón Municipal de Puebla, donde se representa la tradición del
Día de Muertos. Ahí los personajes de Frida y Diego (Alfred Molina) tienen una
discusión. (Ver tráiler).
●Once Upon a
Time in Mexico, largometraje de Robert Rodríguez,
(EUA, 2003).
Forma parte
de la trilogía cinematográfica que incluye a El Mariachi y Desperado,
películas de acción y balazos en un entorno mexicano. En este caso, se trata de
una historia de venganza en la cual se aprecian secuencias con personajes
ambientados y ataviados a la usanza del Día de Muertos. Los protagonistas son
Johnny Depp, Salma Hayek y Antonio Banderas. (Ver tráiler).
●El cadáver de
la novia, largometraje de Tim Burton y Mike Johnson (EUA,
2005).
Aunque sus
alegres personajes y colorido entorno provocan en el espectador cierta relación
con nuestra celebración mortuoria, oficialmente esta película animada no es una
referencia al Día de Muertos mexicano. Sin embargo, el director Tim Burton ha comentado
en entrevistas que éste le inspiró a crear a sus personajes, pues en su natal
Burbank la muerte se percibe como algo triste y oscuro: “El Día de Muertos es
puro humor y celebración, una forma de vida”. La producción, que cuenta con las
voces de Johnny Depp y Helena Bonham Carter en los roles principales, fue
nominada al Oscar a Mejor película de animación. (Ver tráiler).
●La leyenda de
la nahuala, largometraje animado de Ricardo Arnaiz (México,
2007).
Cuento de
suspenso ambientado en una celebración poblana del Día de Muertos a principios
del siglo XIX. Trata sobre un niño que se orina cada vez que su hermano le
cuenta alguna historia de terror. El espíritu de una bruja conocida como La
Nahuala secuestra al hermano y entonces el niño asustadizo debe hacerse de
valor para rescatarlo. Las voces de los personajes son de Ofelia Medina, Jesús
Ochoa, Rafael Inclán, Manuel “Loco” Valdés, Germán Robles y Martha Higareda,
entre otros. Obtuvo el Ariel a Mejor largometraje de animación. (Ver tráiler).
●Día de los
muertos, cortometraje de Ashley Graham, Kate Reynolds y
Lindsey St. Pierre (EUA, 2013).
Una niña
visita la tumba de su madre el Día de Muertos. Llora al ver la foto de ellas
juntas y de repente es transportada a una fiesta mexicana con esqueletos muy
amables, en especial el de una mujer que resulta ser su mamá. El video fue
publicado en Facebook en 2014 y en Youtube en 2017, sumando más de siete
millones de reproducciones. (Ver corto).
●El libro de
la vida, largometraje animado de Jorge R. Gutiérrez
(EUA, 2014).
Comedia
romántica y de aventuras, basada en la celebración del Día de Muertos en
México. Un grupo de alumnos visita un museo que resguarda al Libro de la vida,
el cual los transportará a mundos fantásticos y conflictos por resolver.
Producida por Guillermo del Toro, cuenta con las voces de Diego Luna, Zoe
Saldaña, Channing Tatum, Christina Applegate, Ice Cube, Kate del Castillo y Ron
Perlman. Fue nominada al Globo de Oro al Mejor largometraje animado. (Ver
tráiler).
●Spectre,
largometraje de Sam Mendes (EUA, 2015).
Esta entrega
de la saga de James Bond el Agente 007 presenta desde el inicio la secuencia de
un desfile del Día de Muertos en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Más de 1500 extras participaron en esta representación por demás interesante y
cautivadora, la cual desembocó en una balacera y una peligrosa escena con
helicóptero en pleno Zócalo capitalino. Tal fue el impacto de la producción que
en años posteriores se han replicado varios elementos de dicho desfile en la
conmemoración de los difuntos. Sin embargo, no es del todo cierto que gracias a
la película se realiza el desfile del Día de Muertos, pues tenemos conocimiento
de eventos similares previos tanto en la capital como en otras poblaciones del
país. (Ver fragmento).
●Batman vs.
Superman. El origen de la justicia,
largometraje de Zack Snyder (EUA, 2016).
Ben Affleck y
Henry Cavill protagonizan esta historia en la que los dos superhéroes se
enfrenten debido a un misterioso complot y en medio de una fuerte presión
mediática. En una memorable escena ubicada en Ciudad Juárez, Chihuahua,
Superman rescata a una niña de un incendio y la entrega a su madre entre una
multitud caracterizada a la usanza del Día de Muertos. (Ver fragmento).
●Coco,
largometraje animado de Lee Unkrich y Adrián Molina (EUA, 2017).
Esta emotiva
producción de Pixar es sin duda la que ha dado mayor realce y difusión al Día
de Muertos mexicano a nivel internacional en los últimos años. Cuenta la
historia de Miguel, un niño que sueña con ser cantante, pero su familia se lo
prohíbe. Al tener acceso a una guitarra que reconoce como la misma de una foto
del altar de muertos de su casa, es transportado al inframundo, donde se ve en
la necesidad de rescatar del olvido a su tatarabuelo, regresar al mundo de los
vivos y realizar su sueño. La película se hizo acreedora a numerosos
reconocimientos, entre ellos el Oscar, el Globo de Oro y Premio Annie a la Mejor
película animada. Al mismo tiempo, la canción original Recuérdame se convirtió en un éxito y obtuvo el Oscar y múltiples
nominaciones en premiaciones y festivales de cine. (Ver video).
●Día de
Muertos, largometraje animado de Carlos Gutiérrez
(México, 2019).
Su estreno,
previsto en 2017, fue pospuesto dos años debido a la fuerte presencia de Coco. Se trata de la historia de Salma,
una joven que ignora quiénes fueron sus padres, por lo que estos nunca visitan su
ofrenda de muertos. Sin embargo, con la ayuda de Jorge y Pedro, logra
adentrarse al inframundo siguiendo unas pistas que seguramente la llevarán a
conocer la identidad de sus padres. La segunda parte de esta historia está
programada para 2021. (Ver tráiler).
●Día de
Muertos. Lago Pátzcuaro, cortometraje de Mónica Álvarez
(México, 2019).
Forma parte
de una serie de cortometrajes producidos por la compañía tequilera José Cuervo en
el marco de una campaña que promueve las tradiciones y costumbres familiares de
las comunidades mexicanas. Ofrece un panorama de la celebración del Día de
Muertos en Pátzcuaro, una de las más icónicas del país. Fue estrenado en el
Festival Internacional de Cine de San Diego. (Ver corto).
*Videoconferencia impartida el jueves 29 de octubre de
2020, 19 horas, en el Colegio de Contadores de Yucatán. A.C.
Investigación
y redacción: Will Rodríguez, con información de Cdi.gob.mx, De10.com.mx, Encuadres.com.mx,
Filmaffinity.com, IMDB.com, Mexicanadecomunicacion.com.mx, Milenio.com,
Nacion.com, Sandiegored.com, Sandiegouniontribune.com, Unesco.org, Verne.elpais.com,
Wikipedia.org y Youtube.com.
Cuando hablo de cocina, al hablar de cultura, no cometo un disparate. La
cocina no sólo es una manera de nutrirse, de alimentarse, sino que es una
ciencia y sobre todo es un arte. Además, la cocina acompaña a los hombres en
una de las formas más altas de la civilización: el convivio. (Octavio Paz).
Al
regresar a Yucatán después de casi 15 años, los mejores hasta entonces de mi
vida literaria y profesional, creí que las puertas del éxito laboral se abrirían
de par, con todo y alfombra roja de bienvenida, pero no fue así. Enfrenté inútiles
antesalas, personas atrincheradas en cargos indeseables, los pies de amigos que
no lo eran, funcionarios sin ética y visión… Tuve, por otro lado, una que otra
propuesta de muchas horas y poco sueldo. Algunas de ellas acepté. “Aquí se
trabaja por proyecto”, me dijeron, y comprobar que eso era cierto fue
decepcionante para alguien acostumbrado a un sueldo fijo y muchas prestaciones.
Cierto es que no todo fue gris en esa etapa, pues se me presentaron buenas
oportunidades que supe aprovechar y de las que me siento realmente orgulloso.
Pero todo era efímero, temporal.
Necesitaba
realizar alguna actividad que disfrutara y me permitiera salir adelante. Fue
entonces que, bajo la consigna de que “la necesidad es la madre de la
creatividad”, comencé a inventar trabajos donde no los encontraba, y recurrí a
una de las mayores pasiones de mi vida: la cocina. Lo que durante varios años estudié
y desarrollé en Ciudad de México a manera de hobby, ahora sería aprovechado como un medio de subsistencia,
recurriendo a la literatura –otro
de mis grandes quereres−
como un maravilloso ingrediente. De ninguna manera pretendía inventar el hilo
negro, sino inyectar fuerza y pasión a una de las actividades más elementales
del ser humano.
Cocinar
es transportarse del fuego primigenio de la leña al calor magnetrónico del
microondas, y viceversa; es preservar la sazón de las abuelas y proponer al
paladar nuevas alquimias. Cocinar es ciencia, es arte y es amor al gusto propio
y al ajeno. Y lo mejor de todo es descubrirte sonreír mientras cocinas.
Entre
los proyectos que he desarrollado con el maridaje de literatura y gastronomía
se encuentran cursos, clases-muestra y conferencias para diversas instituciones,
así como cenas temáticas, ofrecidas en mi terraza, con base en los libros El ingenioso hidalgo don Quijote de La
Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra; Como agua para chocolate, de Laura Esquivel; Harry Potter, de J.K. Rowling; y Las mil y una noches, recopilación atribuida a Abu Abd-Allah Muhammad
el-Gahshigar. También he recurrido a la cinematografía y la historia para
ofrecer menús basados en películas y la tradición culinaria de algunos países.
En tiempos de pandemia, además de la
labor que realizo desde 2014 como docente de literatura, desarrollo el proyecto
Las cocinas de México y el mundo en tu
mesa, en el que ofrezco comida para llevar: un fin de semana con algún
platillo representativo de un estado de nuestro país, y el siguiente fin con
algún guiso emblemático de otra nación. En los anuncios que promuevo a través
de redes sociales siempre incluyo el enlace a algún video o documental
relacionado con el platillo de la semana.
En el futuro inmediato, por
invitación del Centro Cultural Regional del ISSSTE, impartiré un curso en línea
de cocina y literatura, en el que leeremos fragmentos de algunas de las obras
mencionadas, haremos ejercicios de escritura con base en ingredientes y elaboraremos
platillos en tiempo real.
Si bien todavía estoy muy lejos de lo
que considero que es el éxito, trabajar con ambas especialidades me da la
tranquilidad y la alegría que nunca encontré en un puesto de escritorio. Mi
lugar está en la cocina y en la incierta perspectiva de una hoja en blanco.